domingo, 14 de agosto de 2011

The World of Reality

Esta contribución era originalmente un comentario en respuesta a Gilberto, que comentó a su vez mi postagem anterior. Luego se hizo muy largo así que creí más conveniente ponerlo aquí.
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Estimado Gilberto: gracias por tu comentario y la posibilidad de seguir reflexionando sobre este tema.

Cuando aún estaba en la universidad, tuve un profesor que nos hablaba del “world of reality” (la materia era Lengua Inglesa IV), el “mundo real”. Su materia era una de las últimas de la carrera y todo el tiempo intentaba hacernos ver que una cosa era lo que pasaba en el ámbito académico y otra muy distinta la que se podía experimentar fuera de él, decía que la vida comenzaba cuando uno salía de la academia.

Tu observación es muy cierta, pero temo que en mi experiencia particular y en la observación del mundo que me rodea lo que señalás no se condice con el “world of reality”. Ejemplos de lo que decís hay, algunos. Podemos mencionar al profesor Kikuchi y doña Bernardette, creo que Jamie Oliver y su mujer podrían ser otro ejemplo pero no me arriesgaría a asegurarlo porque no sé mucho de ellos. Pero no puedo contar muchos más, quizás mi amiga Sofía y su marido. Fuera de estos casos aislados, en la vida real, la de todos los días, mi vida personal, la de mis amigos y amigas, la de mis alumnos y alumnas, en la vida de mis clientes, la situación es muy diferente.

Voy a explayarme sobre 4 aspectos particulares del ser mujer que me preocupan en estos momentos: la capacidad de formar pareja, la de tener hijos, la de desarrollarse profesionalmente y la de cocinar. Pero no quiero teorizar sino hablar de experiencias; de vidas de verdad, no de ideas. Sobre 16 mujeres que conozco bien (mayormente amigas y familiares cercanas) y dentro de las que me incluyo, que tienen un promedio de 35 años:

• Nueve tienen pareja, 7 no. Las que están en pareja, tiene un promedio de 5 años de relación. Una de ellas tiene una relación homosexual. Entre las que no están en pareja, hay 2 divorciadas y 5 solteras, algunas “ex-convivientes”.

• Sólo 4 de estas mujeres tienen hijos. De las demás, 1 no los desea y 5 no los desean aún. De las otras 6 (repito: SEIS): cuatro podrían tener dificultades para quedar embarazadas y 2 NO PUEDEN tener hijos.

• De estas 16 mujeres, 10 tienen una carrera profesional sólida y bien desarrollada. Algunas de ellas, incluso tienen dos profesiones. Del resto, 3 tienen tibiamente desarrolladas sus carreras y las otras 3 aún están buscando qué hacer de sus vidas en este aspecto.

• Dos de estas mujeres no cocinan, 13 de ellas cocinan entre poco y medio, y sólo una (adivinen quién) cocina mucho. De las que cocinan entre poco y medio, 9 de ellas desearían poder cocinar más.

¿Qué dice esta estadística casera de la realidad a mi alrededor? Definitivamente no dice lo suficiente. Pero, sin ánimo de ofender, dice mucho más que “detrás de un gran hombre hay una gran mujer”. Creo que estudiar está bien, aprender de los grandes maestros es importante pero el estudio, la educación vitalicia, tiene que ser de por vida pero también tiene que ser educación vital: educación para la vida. Y yo lo que aprendí de Ohsawa, Kushi, Kikuchi, Jack, Aihara y los demás es que hay algo que está muy mal, hay un rumbo que hemos extraviado y que es imperativo recuperar.

Mi angustia y mi preocupación al encontrarme con estos dos hombres que están cuidando de sus hijos y de los hijos del mundo es porque las mujeres no estamos “adentro” haciendo lo propio. Quizás la mujer de Oliver, que dejó su carrera para cuidar de sus 4 hijos, quizás ella sí lo esté haciendo. Siempre temo hablar de esto porque estamos en una sociedad machista, como decís. Corro el riesgo de ser considerada machista por esto, lo sé. Pero mi planteo va por otro lado, completamente. Creo que en el mundo real, el de las mujeres que son mis amigas, mis cuñadas, mis vecinas, mis alumnas, mis clientas, en ese mundo hay algo que se desordenó.

Fijate qué desordenado está todo que yo, que soy mujer, soy la que estoy reclamando más realidad material, más mundo, más tierra, más Yang; soy yo, siendo mujer, la que no quiere "quedarse en el aire", en la expansión, en el Ying... Algo necesita reordenarse.

Volviendo a mis mujeres ejemplo, de las 4 mujeres que tienen hijos 2 de ellas están dedicadas tiempo completo a sus hijos (son 2 de las 3 que tienen desarrollada su carrera tímidamente, vaya coincidencia). Las otras 2 tienen dedicación parcial a sus hijos, una de ellas porque tiene hijos adolescentes que ya hacen una vida semi-independiente y la otra, que tiene hijos muy pequeños, porque está divorciada y debe trabajar más de lo que desearía para mantenerse y mantenerlos, y sufre mucho por esto. Una de las cosas que desería es tener más tiempo para cocinarles a sus hijos. La totalidad de las mujeres que no pueden tener hijos, los desean. Muchísimo.

Parafraseando a Ricardo, si se desordenó la buena noticia es que se puede volver a ordenar. Celebro esa oportunidad. Pero creo que para que esa oportunidad exista tenemos que sacarnos el velo del ideal (el mundo de las ideas de Platón, si se quiere) que leemos en los libros y comenzar a bajar esa información al llano del mundo que nos rodea. Creo que sólo así podremos producir algún cambio.

Gilberto, nuevamente gracias por permitirme profundizar en este tema y gracias también por el esfuerzo de escribir tu comentario en español.


Um comentário:

Ivo Santino Casett disse...

Esta reflaxão me faz pensar da necessidade cada vez mais profunda do ser humano se agregar mais.
Por natureza somos seres gregários e para tanto, sentimo essa necessidade de compartilhar com os outros os nossos sentimentos.
Necessitamos para tanto aprofundar esse tema.
Grato.
Ivo Santino Casett